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📌 Alfa de Cronbach: Encuestas coherentes

Una de las cosas que más he confirmado con el paso de los años, es que todo mundo es experto en hacer encuestas. En apariencia es muy simple, pero existe una ciencia para crear instrumentos de medición que efectivamente midan lo que se quiere medir, y no tengan sesgos, que capten la esencia de lo que el investigador quiera preguntar, y no simplemente lo que se quiera escuchar.

Por ello, es muy importante que el investigador, antes de aplicar su instrumento de medición valide el instrumento. De acuerdo con Quero (2010, p. 248), “La confiabilidad o fiabilidad, se refiere a la consistencia o estabilidad de una medida”, es decir, la ausencia relativa de errores de medición en un instrumento de medida. En palabras de McDaniel y Gates (1992), citado por Bernal (2010, p. 247) “es la capacidad del mismo instrumento para producir resultados congruentes cuando se aplica por segunda vez, en condiciones tan parecidas como sea posible”.

Existen diversas maneras de expresar la confiabilidad de un instrumento de medición, parafraseando a Quero (2010) son precisión, estabilidad, equivalencia, homogeneidad o consistencia interna, y hablando específicamente de este último concepto, se cuenta con el parámetro denominado alfa de Cronbach, que fue propuesto por el sicólogo americano Lee Joseph Cronbach en 1951, y de quién tomó su nombre; este indicador permite evaluar la confiabilidad o la homogeneidad de las preguntas y se utiliza cuando se trata de respuestas policotómicas, - las escalas tipo Likert (Corral, 2009); es importante mencionar que el alfa de Cronbach puede tomar valores entre 0 y 1, y que 0 significa confiabilidad nula y 1 significa confiabilidad total; para algunos académicos la prueba tiene confiabilidad cuando tiene valores por encima de 0.6, y para investigadores, como Quero (2010) y Hernández, Fernández y Baptista (2010), la confiabilidad es alta cuando el resultado se muestra por encima de 0.8.
 
    De acuerdo con Oviedo y Campo-Arias (2005), además del alfa de Cronbach, existen otras formas de hallar la consistencia interna de un instrumento de investigación; refieren la fórmula propuesta en 1937 por Kuder Richardson (conocida como KR-20), el método de Rulon de 1939, el coeficiente de Kristof de 1974, el coeficiente beta, desarrollado por Raju en 1977, y otros, pero son variantes del alfa de Cronbach. La popularidad de este indicador se debe a la facilidad de su uso, pues para el cálculo basta una sola aplicación de la prueba.

La aplicación práctica de esto, es para las encuesta que se generen en la empresa, y que requieran información que no tenga sesgos (y que genere material para la mejora), que pueda aplicarse en diferentes momentos con resultados confiables; típicamente, hablamos de la encuesta global de satisfacción, o instrumentos específicos que midan calidad en servicio, en entregas, etc.
 Artículo recomendado: Cómo mentir con estadísticas.

    En su empresa, cuando deciden aplicar alguna encuesta, por ejemplo, para medir la satisfacción de sus clientes, ¿aplican esta herramienta estadística, o se van por la libre, y tienen resultados que, la mayoría de las veces, no le generan materia para la mejora?

Referencias:
Bernal, C. (2010). Metodología de la investigación. (3ª Ed). Colombia: Pearson Educación.
Corral, Y. (2009, Enero - Junio). Validez y confiabilidad de los instrumentos de investigación para la recolección de datos. Revista Ciencias de la Educación. Segunda Etapa. 19 (33). Valencia, Venezuela: Facultad de Ciencias Económicas y Sociales Universidad de Carabobo.
Hernández, R., Fernández C. y Baptista P. (2010). Recolección de los datos cuantitativos. En Metodología de la investigación. (5ª. Ed). Pp. (196-275). México: McGraw Hill.
Oviedo, H. y Campo-Arias A. (2005). Aproximación al uso del coeficiente alfa de Cronbach. Revista Colombiana de Psiquiatría. XXXIV(4). Bogotá, D.C., Colombia: Asociación Colombiana de Psiquiatría.
Quero, M. (2010). Confiabilidad y coeficiente Alpha de Cronbach. TELOS Revista de Estudios Interdisciplinarios en Ciencias Sociales. 12 (2). Maracaibo, Venezuela: Universidad Rafael Belloso Chacín.


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